Centro Comercial Viva rechaza a coleccionistas de paletas dracula

Lo que comenzó como una tarde de intercambio y diversión para decenas de niños, jóvenes y padres de familia, terminó con un sabor amargo en el centro comercial Viva. Los coleccionistas de figuras de las tradicionales paletas Drácula fueron interrumpidos por el personal de seguridad, que les advirtió que la actividad no estaba permitida dentro del establecimiento.
Según relataron los asistentes, la administración del centro comercial argumentó que se trataba de una “actividad comercial” no autorizada. Pese a las explicaciones de los jóvenes, quienes aclararon que el encuentro consistía únicamente en intercambiar figuras, la orden fue clara: si insistían en la práctica, debían abandonar el lugar.
Una tradición que une generaciones
La colección de las paletas Drácula, que regresa cada año con la temporada de Halloween, es un fenómeno que ha trascendido generaciones en Colombia. Para muchos adultos es un recuerdo de infancia, mientras que para los niños de hoy es una oportunidad de divertirse y compartir con amigos y familiares.
En Villavicencio, como en otras ciudades del país, estas reuniones espontáneas se convierten en espacios de integración familiar y social. Padres acompañando a sus hijos, jóvenes negociando estampas repetidas y la emoción de encontrar la tan ansiada figura faltante hacen parte de un ritual que no tiene otro propósito más que el disfrute colectivo.
El contraste entre la seguridad y la sana diversión
El rechazo en Viva causó molestia entre los asistentes, que no entienden por qué una actividad lúdica, sin fines de lucro ni alteraciones al orden, fue tratada como un problema. “No estábamos vendiendo nada, solo intercambiando figuras. Es una actividad sana que no le hace daño a nadie”, señalaron algunos padres de familia presentes.
La situación abre el debate sobre el papel de los centros comerciales como espacios de encuentro ciudadano. Mientras promueven actividades recreativas con fines comerciales, parecen cerrar la puerta a iniciativas espontáneas que nacen de la gente y que fortalecen el tejido social.
En busca de un nuevo lugar
Los coleccionistas ahora buscan un espacio alternativo en la ciudad para reunirse sin restricciones. Parques, plazoletas y otros centros comerciales aparecen como opciones para no dejar morir una tradición que, año tras año, sigue marcando la vida de miles de colombianos.
Más allá del simple intercambio de figuras, este tipo de prácticas refuerza el valor de lo comunitario: la paciencia, la amistad y la emoción de completar una colección que, desde hace décadas, acompaña a varias generaciones en el país.







