Crisis política tras arresto de dos expresidentes del Congreso: el Gobierno pierde fichas clave en el Legislativo.

La reciente captura de los congresistas Iván Name (expresidente del Senado por el partido Alianza Verde) y Andrés Calle (expresidente de la Cámara por el Partido Liberal) ha provocado un sismo político en el Congreso de la República de Colombia, generando un vacío institucional que va más allá de lo simbólico. Ambas detenciones están relacionadas con el escándalo de corrupción en la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD), uno de los casos más graves de presunto desvío de recursos en el actual gobierno.
Con estas capturas, dos de las sillas más influyentes del Legislativo quedan vacantes en un momento especialmente sensible, marcado por una relación cada vez más tensa entre el Congreso y la Casa de Nariño. Name y Calle, al haber ostentado la presidencia de sus respectivas cámaras, no solo tenían peso político individual, sino que también representaban piezas clave en las negociaciones entre el Ejecutivo y el Legislativo. Su ausencia deja al oficialismo con menos capacidad de maniobra y pone en entredicho la estabilidad de las alianzas parlamentarias que respaldan al presidente Gustavo Petro.
Las “sillas vacías”, como ya se empieza a llamar en el argot político, simbolizan la pérdida de interlocutores estratégicos y podrían dificultar aún más el ya complejo trámite de reformas impulsadas por el Gobierno. Además, el caso añade un nuevo ingrediente a la creciente percepción de corrupción que afecta tanto al Congreso como a funcionarios del Ejecutivo, profundizando el escepticismo ciudadano frente a la institucionalidad.
Esta situación podría abrir una etapa de mayor fragmentación política, donde los partidos buscarán reposicionarse y llenar los vacíos de poder, mientras el Gobierno se enfrenta a una mayor dificultad para alcanzar consensos en el Congreso.